viernes, 23 de noviembre de 2012

Diciembre, mes de navidad, regalos, panetones y quemados


En unos días más el almanaque nos señalará diciembre, mes de recogimiento esperado por niños y adultos; sin embargo, como todos los años la temporada no estará exenta de accidentes, mutilaciones y quemaduras provocadas por los juegos pirotécnicos. Los peruanisimos “rata blanca”, “calaverón”, “binladen” o “mata suegra”, que se comercializan libremente y parecen más cartuchos de dinamita que dispositivos de pirotecnia ocasionaran, seguramente, lesiones en los niños, sus principales víctimas.

En esta época del año ¿Quién no recuerda el incendio ocurrido el 29 de diciembre de 2001 en la meca de los pirotécnicos: “Mesa redonda” y que ocasionó, según datos oficiales, la muerte de 277 personas?, cifra que queda corta porque el estimado real de victimas fue superior a las 500 personas y cientos de heridos con quemaduras de tercer y cuarto grado.

Pocas personas, tal vez solo los médicos y familiares de los sobrevivientes pueden dar fe que salvaron sus vidas, curaron las quemaduras y mitigaron el dolor de las heridas gracias al Banco de Tejidos del Instituto de Salud del Niño desarrollado con tecnología nuclear, un ejemplo exitoso de innovación y transferencia tecnológica del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) en favor de la sociedad.

Esta apasionante historia merece ser conocida por los peruanos. Corría el año de 1995, Fujimori había logrado su reelección venciendo a Javier Pérez de Cuellar, la dictadura arreciaba y el slogan de “Honestidad, Trabajo y Tecnología” sonaba a burla para la comunidad científica. En el Centro Nuclear RACSO los pocos investigadores que se resistían a abandonarla por el escaso apoyo gubernamental, buscaban con más ahínco que nunca la cooperación internacional para seguir subsistiendo. En ese contexto, un grupo de investigadores del IPEN liderado por la Dra. Emma Castro presentan al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) un proyecto de cooperación técnica para crear en el país un banco de tejidos, con la finalidad de elaborar materiales para implantes e injertos radioesterilizados con radiación gamma.

Meses después el IPEN involucra en el proyecto al Instituto de Salud del Niño, que acredita como contraparte a la Dra. Rosa Guerzoni Chambergo, una profesional de primer nivel que se convierte en la figura clave para el éxito del banco de tejidos. Un breve alto aquí, una mañana tuve el privilegio de conocer a la Dra. Guerzoni en su diario venir al IPEN, a veces acarreando ella misma los insumos o equipos, sencilla y amable, solía usar en su conversación algo que no es común en los científicos, el verbo y la palabra exacta para cada cosa o definición, sin duda una investigadora brillante.

Desde el año 1998 el Banco de Tejidos comenzó a producir los apósitos y tejidos radioesterilizados de calidad clínica, simultáneamente el material empezó a utilizarse en el tratamiento de los pacientes quemados salvando muchas vidas. El proyecto era un éxito y el banco de tejidos un boom, el tesón de los investigadores nacionales, el equipamiento, capacitación, misiones de expertos, etc. la consolidaron rápidamente.
¿Qué es un banco de tejidos?
Podemos señalar que es un establecimiento donde se colectan, procesan, almacenan y distribuyen tejidos vivos o no vivos que serán usados para injertos en pacientes humanos, bajo estrictos parámetros clínicos de calidad y asepsia.
La obtención de los tejidos radioesterilizados, generalmente se inicia en una granja porcina, cuando un médico veterinario selecciona los cerdos, las sacrifica y retira su piel. Luego el material es trasladado a un laboratorio especial para su limpieza, desinfección y corte en tiras de acuerdo con estrictos procedimientos para apósitos de piel. Posteriormente, las tiras son tratadas e incubadas en soluciones de glicerol (alcohol hidroxilo) a una concentración y temperatura determinada. Los investigadores toman un cuidado durante la fase de envasado y para controlar la contaminación microbiológica del aire utilizan equipos especiales, como la campana de flujo laminar. A continuación, el material empacado es esterilizado usando radiación gamma (para esta tarea se utiliza un equipo gammacell que usa fuentes de cobalto) a una dosis mínima de 25 kGy que es la dosis recomendada por el OIEA y empleada en los bancos de tejidos de todo el mundo. Finalmente, el material radioesterilizado se almacena en un banco de tejidos en refrigeración. El procedimiento descrito resulta sencillo, pero no es así, porque la Dra. Emma Castro y su equipo no solo tuvieron que validar la dosis recomendada, sino llevar a cabo estrictos procedimientos y ensayos para las pruebas de esterilidad.
Cuando se produjo el incendio de Mesa Redonda, como mencionamos en un párrafo  anterior, el Banco de Tejidos del Instituto de Salud del Niño del Hospital ya se encontraba en funcionamiento, pero la gran cantidad de heridos evacuados a distintos hospitales hizo colapsar la capacidad del banco debido al requerimiento del material; por esa razón, se tuvo que establecer un programa de emergencia para la producción de los apósitos biológicos de piel de cerdo las 24 horas del día, para salvar más vidas.

Una apostilla final trágica: La Dra. Rosa Guerzoni, quien tanto luchó y entregó parte de su vida para la consecución y éxito del Banco de Tejidos, meses antes del incendio de Mesa Redonda y como una jugarreta del destino falleció a consecuencia de la implosión y graves quemaduras que recibió en un accidente en su casa. La ciencia y tecnología para salvar vidas a la que tanto apostó, no pudieron salvarla a ella. En su memoria la instalación se denomina  Banco de Tejidos Rosa Guerzoni Chambergo (BTRGC). Alguien hace poco escribió, en un medio local, una nota donde empezaba haciéndole una pregunta a un taxista “llévame a la calle Rosa Guerzoni”, no obtuvo respuesta porque la calle no existe, no hay reconocimiento alguno para el científico, solo las gracias de los pacientes y el recuerdo de sus colegas.

Cuento: La máscara del loro

Fuente: Antonio Prado (Museo MALI, Lima). El viejo Erasmo, como todos los amaneceres, permanecía parado bajo el umbral del zaguá...