lunes, 19 de agosto de 2013

Uranio de Macusani...la oportunidad perdida

Hace algunos días el diario económico Gestión (15-08-2013) publicó que la empresa de capitales canadienses Macusani Yellow Inc. incrementó en un 167 % las reservas de óxido de uranio (U3O8) reportadas durante los hallazgos iniciales. Estas reservas se encuentran en la zona de Macusani (Puno) y la cifra actualizada de uranio disponible bordea las 47.86 millones de toneladas, con una ley de 253 ppm (partes por millón) de uranio. Esta buena noticia tiene varias aristas de análisis. En primer lugar, confirma la gran capacidad y formación de los especialistas peruanos, que en las décadas de los años 70 y 80, laborando en el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), recorrieron palmo a palmo todo el territorio nacional para realizar la prospección del uranio; algunas veces, premunidos solo con instrumental básico como los contadores Geiger–Müller. El grupo de la división de Materias Primas hizo importantes hallazgos en varias zonas del país, la más importante ubicada en la Región de Puno al que denominaron el “Distrito Uranífero de Macusani”, con unas reservas probadas de 10,000 TM de U3O8. En ese entonces, los minerales radiactivos (uranio y torio) eran considerados estratégicos y su explotación estaba reservada exclusivamente a favor del Estado a través del IPEN (Decreto Ley N° 23112). En segundo lugar, en la década de los años 80, con el uranio natural extraído de Macusani, los ingenieros peruanos comenzaron a incursionar en la metalurgía del uranio, obteniendo -a nivel de laboratorio- concentrados de uranio llamado “yellow cake”. De este modo el país incursionaba a la primera fase del Ciclo del Combustible Nuclear. Por esos años, comparativamente estábamos por encima de Chile en el dominio de esta tecnología, pero las reformas y la política neoliberal de Fujimori en el sector minero cambiaron las reglas de juego, quitándose la exclusividad al Estado en el manejo de los minerales radiactivos; entonces, se desactivó y desmantelaron los laboratorios de Materias Primas del IPEN, los geólogos e ingenieros fueron a parar a la calle. Todo lo avanzado y el conocimiento adquirido quedaron a fojas cero. El corolario es que en la actualidad Chile fabrica sus propios elementos combustibles para sus reactores de investigación y el Perú las tiene que adquirir a precio de mercado, bajo condiciones de salvaguardia. En la explotación del uranio hay exigencias muy estrictas que cumplir, no solo desde el punto de vista de la protección radiológica al personal ocupacionalmente expuesto, sino también al medioambiente. Eso esperamos en la minería del uranio.



"Aunque parezca extraño, el uranio es un mineral relativamente abundante en la tierra: 800 veces más que el oro y 40 veces más que la plata. Sin embargo, su concentración es muy baja, entre 2 a 4 gramos/ton. Para que la explotación comercial sea rentable debe superar los 0,05 % de uranio y esta se consigue solo en las minas".

viernes, 2 de agosto de 2013

La “Declaración de Bonn”


                                                       Fotografía: Creative Commons License (www.flickr.com)

A fines del año 2012 el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el patrocinio del Gobierno de Alemania, a través del Ministerio Federal de Medioambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear, organizaron la “Conferencia Internacional sobre la Protección Radiológica en Medicina”. Más de 530 científicos de 77 países identificaron las principales cuestiones, responsabilidades y propuestas sobre protección radiológica en la práctica médica.

El resultado del evento fue la suscripción de una declaración mundial llamado “Bonn Call-for-Action”, que recomienda 10 acciones concretas para ser desarrolladas hasta el año 2023, con el objetivo de reforzar la protección radiológica de los pacientes y la salud de los trabajadores ocupacionalmente expuestos; lograr el mayor beneficio con el menor riesgo posible; ayudar a la plena integración de la protección radiológica en los sistemas de atención de salud; ayudar a mejorar la relación beneficio/riesgo; el diálogo con los pacientes y el público y; mejorar la seguridad y calidad de los procedimientos radiológicos en la medicina.

Una de las principales aplicaciones pacíficas de la energía nuclear es en el campo médico, especialmente para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oncológicas. El Perú desde la  década de los año 60 ha impulsado la medicina nuclear a través de un sostenido programa de introducción y promoción de la técnica por parte del Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), no solo en los aspectos de producción de radiofármacos, sino en la capacitación de personal médico, mantenimiento de instrumental científico y la creación de centros regionales de medicina nuclear. El IPEN hasta el año 2011 mantenía un centro de medicina nuclear en un local adyacente al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) y desde su fundación —hace 25 años— más de un cuarto de millón de pacientes, especialmente de los estratos más pobres han sido atendidos en sus laboratorios con estudios médicos de avanzada, salvando innumerables vidas. Lamentablemente, este programa inclusivo en favor de la población menos favorecida ha sido desactivado por intereses subalternos de las autoridades de salud.

A la fecha el auge de la medicina nuclear sigue imparable, solo en los últimos cinco años (2007-2012) se ha duplicado la importación de equipos e instrumental para la especialidad y con la inauguración del ciclotrón que se construye en el Hospital Negreiros del Callao, la medicina nuclear peruana pasará a ligas mayores. Por esa razón, es importante que las instituciones médicas, encabezadas por el IPEN, tomen en cuenta las acciones que recomienda la “Declaración de Bonn”, orientado a mejorar la práctica médica asegurando y mejorando los procedimientos médicos, especialmente el de las imágenes, aplicando principios como el de la justificación, auditoria, optimización, seguridad y fortalecimiento de la educación en protección radiológica. Asimismo, la promoción de una agenda para la investigación estratégica en protección contra las radiaciones en la medicina; mejorar la información global sobre las exposiciones médicas y ocupacionales; mejorar la prevención de incidentes y accidentes de radiación médica; fortalecer la cultura de la seguridad radiológica en el cuidado de la salud y fortalecer la puesta en práctica de requisitos de seguridad a nivel mundial.

Los gobiernos deben establecer políticas y una normativa que promueva y garantice el uso seguro de las radiaciones en medicina nuclear. La ejecución de las acciones que recomienda la  “Declaración de Bonn” no contempla la creación de organismos reguladores.

Cuento: La máscara del loro

Fuente: Antonio Prado (Museo MALI, Lima). El viejo Erasmo, como todos los amaneceres, permanecía parado bajo el umbral del zaguá...